La microbiota intestinal, antes conocida como flora intestinal, este nombre se refiere al conjunto de bacterias que habitan en el intestino.
Se le considera así porque en ella viven microorganismos que ayudan a mantener en buen estado a las células del cuerpo, contribuyen a la producción de vitaminas y al aprovechamiento de los nutrientes.
Todas estas funciones generan el reforzamiento del sistema inmune y, con ello, mejoran la salud integral, manteniendo controladas posibles infecciones intestinales.
Se calcula que la microbiota intestinal está compuesta por aproximadamente 100 millones de bacterias.
La microbiota intestinal puede ser afectada por dietas y el consumo de medicamentos, por lo que es importante llevar a cabo algunas acciones para garantizar su buen funcionamiento.
Algunas de las claves para mantener una saludable diversidad y el buen funcionamiento de nuestra microbiota intestinal son:
1. Consumir Probióticos, los cuales son microorganismos vivos que, en cantidades adecuadas, brindan excelentes beneficios.
2. Llevar una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras frescas.
3. Consumir alimentos ricos en fibra.
4. Beber diariamente entre 1.5 y 2 litros de agua.
5. Evitar consumir en exceso proteínas de origen animal.
6. Combinar las proteínas de origen animal con las de origen vegetal.
7. Lavarse adecuadamente las manos antes de comer y luego de ir al baño.
Los Probióticos son cepas de microorganismos de origen humano capaces de resistir la acidez gástrica y el efecto de las sales biliares y, por tanto, capaces de atravesar el estómago y de sobrevivir en el intestino, lugar donde van a ejercer diversas acciones que van a tener un efecto beneficioso sobre la fisiología intestinal. Entre estas acciones cabe destacar el efecto de los probióticos en el mantenimiento del equilibrio de la microbiota intestinal, la mejora de la intolerancia a la lactosa, la reducción de las actividades de ciertas enzimas que intervienen en la generación de productos mutagénicos y una cierta estimulación del sistema inmune. |
La disbiosis intestinal es una alteración de nuestra microbiota, muy frecuente en toda la población.
Guarda una estrecha relación con las enfermedades autoinmunes, la inflamación, las alergias, la obesidad y ciertos tipos de cáncer entre otros desequilibrios.
El estilo de vida y la alimentación son claves para evitar y combatir la disbiosis intestinal.
En el caso de una microbiota normal o saludable, toda esta población microbiana se encuentra en un correcto equilibro, de forma que todos conviven en consonancia y realizando correctamente sus funciones.
Pero este equilibrio puede romperse, lo que da lugar a una microbiota alterada, que recibe el nombre de disbiosis.
Principales causas de la disbiosis intestinal:
Uso prolongado de antibióticos
Alimentación alta en proteína
Baja ingesta de verduras y frutas
Baja ingesta de fibra
Obesidad y sobrepeso
Alimentos y hábitos para evitar la disbiosis intestinal:
* Alimentación basada en alimentos de origen vegetal e integral
* Limitar el consumo de proteína de origen animal
* Consumir alimentos prebióticos:
* Manzana cocinada
* La batata, las papas y legumbres.
* Banana verde
* Copos de avena cocinados
* Semillas de lino
* Cebollas, alcachofas, espárragos, ajo y puerro:
* Consumir alimentos fermentados que contengan microorganismos vivos con acción probiótica: chucrut y pickles caseros, vinagre de manzana crudo, sin pasteurizar, miso sin pasteurizar, yogur y kéfir de cabra (preferiblemente ecológico).
* Consumir grasas de buena calidad
* Cocinar los alimentos de forma saludable: el vapor, el escaldado, los salteados y guisos a fuego lento son las mejores opciones.
* Evitar el estrés, el tabaco, el alcohol y el sedentarismo.
El uso excesivo e inadecuado de antibióticos puede llevar no solo a infecciones resistentes a los antimicrobianos, sino también a incrementar la incidencia de enfermedades crónicas no transmisibles.
El consumo de antibióticos y las vacunas tienen sus ventajas: han contribuido más a aumentar la esperanza de vida más que cualquier otra innovación médica.
Sin embargo la resistencia a los antibióticos supone en la actualidad una amenaza para la salud humana.
En el cuerpo humano conviven un conjunto de microbios conocido como microbioma o microbiota, que desempeñan importantes funciones para la salud.
El uso de antibióticos en la infancia temprana interfiere en el desarrollo normal de la microbiota intestinal, en especial, los antibióticos de amplio espectro, comúnmente utilizados para tratar infecciones de las vías respiratorias, además de que contribuyen al desarrollo de cepas bacterianas resistentes a los antibióticos y presentan efectos adversos para la salud.
El uso de antibióticos a temprana edad, está conectado a un mayor riesgo de patologías autoinmunes, como la enfermedad inflamatoria del intestino y el asma, así como la obesidad.
En general, la recuperación de la microbiota intestinal post tratamiento antibiótico dura más de un año. Si un niño tomó antibióticos en repetidas ocasiones durante sus primeros años, la microbiota puede no tener tiempo para recuperarse por completo.